La ebullición de la Historia en construcción

  Cuando hablamos de la historia, de la relación entre España y la Mar, el San Juan Nepomuceno brilla con luz propia, tanto por su relevancia tecnológica y operativa en el largo siglo XVIII, como por el interés y cariño que despierta entre todos aquellos interesados en los asuntos navales, sin duda alguna, motivado por la heroica acción de su dotación en la Batalla de Trafalgar al mando del irrepetible Cosme Damián Churruca, junto a sus inigualables cualidades marineras y tácticas. Pero vayamos por partes. A lo largo del siglo XVIII, la Real Armada tuvo algunos de los mejores navíos de línea de su periodo, dos puentes, tres puentes, para escolta de mercantes o para imponerse en un duelo artillero, los buques españoles siempre destacaron. 

      El Nepomuceno fue construido en el Real Astillero de Guarnizo, el que seguramente fuera uno de los mejores astilleros de la España del momento. La historia de este 74 cañones se inicia en 1763, gracias al asiento firmado entre la Corona y el asentista bilbaíno Manuel de Zubiría en 1763, para la construcción de seis navíos de 70 puentes. Originalmente iban a ser realizados bajo el sistema de Jorge Juan, el llamado a la inglesa, sin embargo, presentó continuos problemas de falta de resistencia estructural y estuvo sometido a un largo desarrollo entre 1750 y 1765. Pese a que el San Genaro y el Velasco, botados en 1763 y 1765, respectivamente, habían resuelto la mayoría de los inconvenientes, manteniendo sus ventajas, principalmente, un menor y más flexible consumo de madera, el secretario Julián de Arriaga no estaba dispuesto a continuar por esa vía. Decidió que la construcción naval hispana necesitaba un cambio, por lo que, a través de la mediación del secretario de Estado Grimaldi, el ingeniero tolonés Francisco Gautier recibiría la responsabilidad de desarrollar un nuevo sistema, el a la francesa. 

     Este cambio de modelo a seguir no fue bien recibido por don Manuel, que inició un proceso judicial aduciendo unos prejuicios, que posteriormente no habrían sido tales, ya que consideraba que había incurrido en gastos excesivos al tenerse que cambiar todo el suministro de madera, realizándose nuevas cortas, trabajos previos y tallados. Tras la firma de 1763 y hasta la llegada de Gautier en 1765 se había preparado una cantidad ingente de madera, sin embargo, este material no podía ser aprovechado ya que la concepción del constructor francés exigía nuevas piezas. Superado este inconveniente, el San Juan Nepomuceno se botó en 1766 y empezó una larga carrera al servicio de la Real Armada y España. Estaba caracterizado por un revolucionario casco con unas líneas de aguas que le otorgaban velocidad y maniobrabilidad, al igual que una mayor resistencia estructural al recuperar la tradición constructiva hispana. El sistema de Jorge Juan sustituyó los pernos de hierro, la mayoría, por cabillas de madera en el encoramento, es decir, en la unión de las diferentes piezas, lo que redundaba en la mencionada falta de resistencia estructural. Esta decisión luego sería anulada en las diferentes juntas de constructores, por lo que los navíos a la inglesa mejoraron notablemente, problema que no pasó en ninguno de los buques a la francesa, encabezados por nuestro Nepomuceno y sus compañeros de serie: Santo Domingo, San Lorenzo, San Francisco de Asís, San Pascual Baylón y San Agustín. 

      Las pruebas de mar que se fueron realizando a estos ilustres 74 cañones, confirmaron sus buena calidad y cualidades marineras, caracterizadas por una muy buena velocidad, un manejo preciso y rápido, junto a su excelente rendimiento artillero. Todos sirvieron durante largos años a la Armada, salvo la terrible pérdida del Santo Domingo en la batalla del Cabo San Vicente en 1780, con destacadas actuaciones. El Nepomuceno tomó parte en algunos de los conflictos más importantes de la segunda mitad del siglo: 

  • 1767, llevará a los expulsados jesuitas hacia su exilio en Italia, tras los hechos acaecidos en el Motín de Esquilache. 
  • 1778-1781, partirá desde su base en el Ferrol al Caribe y a Norteamérica para proteger las aguas españolas en América, durante la Guerra de Independencia de las Trece Colonias, aprensando en 1781 a la fragata británica Clyde. 
  • 1785, participará en las acciones navales vinculadas a la Paz de Argel. 
  • 1793, formará parte de la escuadra de Tolón. 
  • 1796, combate los bloqueos de la Royal Navy en alianza con Francia durante las Guerras Revolucionarias. 
  • 1805, será apresado tras una heroica actuación en la Batalla de Trafalgar por los británicos, pero nunca llegaría a puerto.. 

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